Como bien afirma el Padre Miguel Ángel Fuentes en su libro “La violencia de la ideología de género: hacia el hombre fragmentado” la ideología de género es una teoría que no puede ser definida dentro de parámetros exactos pues continúa sufriendo una radicalización; sin embargo, podemos intentar dar una definición, entendiéndola como un conjunto de ideas pseudo científicas que afirman sin más, la disociación entre el sexo (lo recibido biológicamente) y lo que ellos denominan género (construcción social).
SI bien es cierto, conforme lo define la Real Academia de la Lengua, el sexo es “la condición orgánica, masculina o femenina de los animales y las plantas” ligado a nuestra realidad biológica, los seres humanos son sexuados, es decir, tienen una conformación genética, gonádica, genital y caracteres secundarios, o bien de varón o bien de mujer. Contrario a ello, la ideología de género, sostiene que las diferencias genitales entre los seres humanos deberían pasar a ser culturalmente neutras.
El punto central de este pensamiento sería entonces que el ser humano nace sexualmente neutro. Habría una absoluta separación entre sexo y género. El género no tendría ninguna base biológica: sería solo una construcción social. Judith Butler, una de las principales representantes de esta ideología señala que cuando la condición construida del género se teoriza como algo completamente independiente del sexo, el género mismo pasa a ser un artificio ambiguo, con el resultado de que hombre y masculino puede significar tanto un cuerpo de mujer como uno de hombre, y mujer y femenino tanto uno de hombre como uno de mujer.
Es importante considerar, que para los ideólogos de género, las diferencias entre varones y mujeres serían consecuencia de una construcción social propia de una sociedad patriarcal y machista, la que habría construido los “roles de género”. Para esta perspectiva, en el pasado por razones religiosas, culturales y políticas, la sociedad (a través de la familia) imponía a cada persona uno de solo dos posibles roles estereotipados (masculino heterosexual o femenino heterosexual), y esto lo hacía en función de las características físicas y genitales con la que cada uno nace, o sea, según el sexo biológico.
En consecuencia, la persona era educada según la asignación “de género” que otros la predeterminaban, y de la que no era posible salirse sin padecer marginación y persecución social.
Considerando todo lo dicho nos preguntamos: ¿No será acaso que estamos jugando a ser Dios?
Abg. Yoseline Muñoz
댓글